Hay momentos, semanas, días en que todo se dilata, se expande, se derrite y se cuela por cualquier rendija.
Días en que la irritación, el agobio llevan al punto crítico de estar a punto de explotar.
Sin embargo la explosión está en ese punto en que no llega a salirse, como si hubiera un orden en las cosas una intensidad que no se atraviesa.
Y llega el respiro.

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