Estaban solos en sus treintaypico, invitados a un casamiento donde las historias que imaginaron para ellos mismos se cumplieron en los otros.
No saben si fue la exageracion de imaginación o la generosidad de pensamiento, pero la profecía autocumplida les estaba siendo esquiva.
Se vieron, solos, al lado de sus historias felices y decidieron bailar.
Bailar por bailar, bailar para ahuyentar fuera de su vista, bailar para pertenecer a ese sueño esquivo en una canción de tres minutos.
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