Atlanta es nostalgia de ny.
Para hablar de Atanta tendria que hablar del silencio de las
autopistas, de las multiples comidas etnicas sin gusto real, de las comidas
manufacturadas, de la comida sureña que probé poco,
de la soledad de las veredas, de los hoteles y de las oficinas, de la
muchedumbre de las tiendas, de las bolsas de plástico que siempre tienen un dueño.
En Atlanta hay un persistente olor a canela y limpieza con
un producto que no llego a distinguir. Hay olor a limpio, a cloro, a plastico
raro, un extraño olor a amabilidad o un solapado intento de control, amabilidad
que tambien parece parte de una mampostería como el durlock que separa las
paredes, y los edificios que quieren dar la impresión de ser viejos.
En pequeños intersticios algo aparece: gente interesante a quien podría conocer pero a la que no puedo acceder, todavia.
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