sábado, 18 de mayo de 2013

El tiempo es amigo, si estas donde estas

 Es la frase de una canción que me gusta y robo.
Tengo que continuar amigándome con el tiempo de las cosas, no solo la piel.

Y de repente viene el eclesiastés a mi mente y recuerdo esas frases que escuchaba en el colegio de monjas, de uno de los libros más lindos de la sabiduría que tiene la biblia y que siempre me pareció que se le filtró a los canónicos pero que dios metió por ahi porque no dice mucho más que tantas otras personas interesantes de la antigüedad que luego el pensamiento abandonó: hay un tiempo para cada cosa y un momento para hacerlo bajo el cielo, un tiempo para danzar, un tiempo para dejar de hacerlo, un tiempo de risas y un tiempo de llantos, un tiempo para abrazar y un tiempo para dejar los abrazos de lado. Era una lectura que me reconfortaba, me calmaba y hoy recordándola lo vuelvo a sentir así, como un mantra.

En la canción de la que robé la letra también dice "hacete amigo del dolor" y tal vez hay que hacerse amigos de todos los estados que pasan por uno, no solo la tristeza sino también el enojo, el vacío, la indefinición. Hacerse amigo de todas las sensaciones adversarias, esos callos que se pegan a la piel y no permiten que respire; esas, todo eso y más.

Desearía poder sentarme en la mesa que comparto con todos mis fantasmas ya vencidos y darle la bienvenida a estos nuevos y poder estar frente a frente, como estoy con los otros, como viejos conocidos que ya no tenemos nada más para decirnos ni para aprender de nosotros mismos porque nos avanzamos, nos conocimos, nos olimos, nos supimos. Y por eso, por la batalla peleada y ganada sabemos que podemos, ahora sí, estar cerca.






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